En primer lugar, hemos de asumir que el paso del tiempo deja huella en nuestro aspecto. Sin embargo, podemos mitigar los efectos del envejecimiento. Una dieta equilibrada y sana, la realización de ejercicio físico frecuente y descansar suficientemente son las piedras angulares de un estilo de vida saludable.
Aunque todo el cuerpo se resiente a medida que envejecemos, nos suelen preocupar especialmente los síntomas visibles. Es en la piel donde se refleja mayormente la edad. Requiere una serie de cuidados, los cuales consisten en la limpieza, la exfoliación, la hidratación, la estimulación y la protección, sobre todo, contra el sol. Existen numerosos productos cosméticos que cumplen estas funciones.
El rostro es otra zona sensible. Los maquillajes exagerados deben dejarse al margen. Por otro lado, la crema antiarrugas mantendrá la tersura de la piel y la de noche servirá para renovar la epidermis.
Por último, existe también la posibilidad de recurrir a tratamientos estéticos personalizados. Para el rejuvenecimiento facial, se recomiendan las correcciones y reparaciones mediante láser fraccionado, pero también se puede hacer uso del ácido hialurónico o el relajante muscular facial. Para el cuidado corporal, se aconseja la radiofrecuencia, de cara a conseguir mayor tersura y eliminar las grasas localizadas. Por otra parte, la endermología mejora la circulación sanguínea y contribuye también a aumentar la elasticidad.
En definitiva, cumplir años no significa renunciar a mostrar la belleza. Es positivo para la autoestima y la salud, y en las clínicas estéticas nos pueden ayudar en este aspecto.